lunes, 6 de junio de 2016

INFORMACIÓN "TABLÓN DE ANUNCIOS"

SEMANA DEL 14 AL 16 DE JUNIO PRUEBAS ALUMNOS DE 2º TAPSD.


CARTELERA DE SECRETARIA.

miércoles, 1 de junio de 2016

Malnutrición en la edad adulta: Causas y recomendaciones


La tercera edad, es una etapa de la vida con un elevado riesgo de padecer malnutrición debido a múltiples factores.
Unas de las causas que benefician este estado de desnutrición son las exógenas: circunstancias sociales, (aislamiento, soledad…), posibles problemas económicos (pérdida de ingresos, derivados de bajas pensiones…), desconocimiento de formas adecuadas de alimentación o preparación de los platos…
Por otra parte influyen causas endógenas. Algunas de ellas relacionadas con todos aquellos fenómenos implicados con el proceso natural del envejecimiento que van a favorecer la aparición de desnutrición: cambios en la cavidad bucal (problemas dentales, perdida de piezas dentarias, problemas de salivación…), disminución de los sentidos del gusto, vista y olfato, disminución de la capacidad física para comprar alimentos o prepararlos, alteraciones de la motilidad y la absorción intestinal… Otras relacionadas con estados patológicos como son las enfermedades crónicas y agudas, que normalmente aumentan las necesidades de nutrientes.
Por último y no por ello menos importantes se encuentran todas aquellas causas desencadenantes de una malnutrición por desconocimiento y negligencias por parte de los cuidadores, bien en el propio hogar o en centros geriátricos, además de la falta de atención a la interacción de fármacos y nutrientes. El uso prolongado de ciertos medicamentos que interfieren en la absorción y metabolismo de numerosos nutrientes también puede causar desnutrición en la vejez.

La desnutrición, hace que, en todas las edades pero especialmente en la edad avanzada, el organismo este expuesto en mayor medida al padecimiento de enfermedades, debido a una disminución de las defensas inmunológicas y tenga más dificultad para la recuperación del buen estado de salud. Todas estas circunstancias hacen que la calidad de vida de nuestros mayores sea menor, y que en el ámbito sanitario el gasto económico sea muy superior al realmente necesario.

¿Qué se puede hacer para combatir la desnutrición en los ancianos?

Como ya hemos señalado anteriormente, el deterioro del estado nutricional de los ancianos obedece a múltiples causas, sobre las que deberíamos actuar para conseguir evitar la desnutrición. En primer lugar, y como un tratamiento en cierto modo indirecto se debe impedir el aislamiento social de los ancianos y estimular su reintegración en la sociedad.
Por otro lado se debe incidir en la calidad de su alimentación, favoreciendo el consumo de agua y de los nutrientes necesarios, pero insistiendo de una manera especial en la educación de los cuidadores y personal sanitario de los centros hospitalarios y residencias, en los que puedan vivir o de los familiares si permanecen en el hogar.
Diversos estudios recientes demuestran como en las residencias para la tercera edad y en centros hospitalarios hasta un 65% de los ancianos cuya capacidad está deteriorada padecen desnutrición y que esto a su vez se detiene e incluso mejora si se procede a la formación del personal sanitario.
Este hecho hace que, una vez más, se compruebe la necesidad que existe de incluir un servicio activo de nutrición en todos los centros geriátricos y hospitalarios compuesto de profesionales cualificados en los ámbitos de dietética y nutrición, geriatría, psicología…, así como de realizar programas de educación nutricional en la comunidad en general, familiares y cuidadores de ancianos y personal sanitario. Todo ello repercutirá favorablemente en la salud y calidad de vida de los ancianos y de sus familiares.
Bibliografía:
– Irving GF, Olsson BA, Cederholm T. Nutritional and cognitive status in ederly subjects living in service flats, and the effect of nutrition education on personnel. Gerontology. 1999; 45 (4): 187-94.
– Nourhashemi F, Andrieu S, Rauzy O et al. Nutritional support and aging in preoperative nutrition. Curr Opin Clin Nutr Metab Care. 1999; 2 (1): 87-92.
– Wellman NS, Weddle DO, Kranz S, Brain CT. Elder insecurities: poverty, hunger and malnutrition. J Am Diet Assoc. 1997; 97 (10 suppl 2): S120-2.

Interacciones alimentos-medicamentos

Más que ningún otro colectivo, el de los ancianos, es un grupo totalmente heterogéneo, bien por la propia capacidad física y por las múltiples patologías diferentes que pueden sufrir. Por todo esto es difícil llevar a cabo un cuidado nutricional correcto sin que este sea individualizado y sin que se tengan en cuenta las posibles interacciones que pueden darse entre los alimentos y los medicamentos.
Los alimentos, la dieta o el estado nutricional pueden influir o condicionar la respuesta terapéutica y tóxica a un tratamiento farmacológico. Así mismo los fármacos pueden alterar el proceso de nutrición y el aprovechamiento de los nutrientes y como consecuencia pueden llegar a modificar el estado nutricional.
Clásicamente estas reacciones han sido poco estudiadas, pero en la actualidad han suscitado mayor interés y se han realizado numerosas investigaciones al respecto. La gran mayoría de los ancianos toman diariamente medicación, muchos de ellos numerosos tipos de fármacos a la vez.

Las interacciones entre fármacos y nutrición pueden agruparse en tres áreas fundamentales:
  • La influencia de los alimentos y la dieta sobre los fármacos: la interacción alimento-medicamento.
  • La influencia de los fármacos sobre el aprovechamiento de los nutrientes y sobre el estado nutricional: la interacción medicamento-alimento.
  • La influencia del estado nutricional sobre la disposición de los fármacos.
Las interacciones alimento-fármaco pueden tener lugar sobre la farmacocinética, es decir, sobre la absorción, metabolismo, o excreción del fármaco, así como sobre la farmacodinámica, es decir la acción propia del medicamento.
Las interacciones fármaco-nutriente pueden tener lugar también sobre la absorción el metabolismo, la excreción y la utilización de los nutrientes, pudiendo llevar a largo plazo a alteraciones en la composición nutricional.
El estado nutricional puede influir también en la disposición de los fármacos. La desnutrición y la malnutrición (obesidad) interfiere en los procesos de absorción, distribución y acción de los medicamentos.
Este tema es tan apasionante como amplio y de gran interés médico, del que se podrá hablar largo y tendido, pero en esta ocasión preferimos tratarlo como una llamada de atención a todo el colectivo sanitarios: médicos, personal de enfermería, dietistas y otros profesionales de la nutrición y farmacéuticos, para que en definitiva se pueda lograr la prevención y solución de los problemas que estas interacciones pueden llevar consigo.

En una sociedad cada vez más anciana no podemos pasar por alto, las posibles interacciones entre los alimentos y los medicamentos, que hacen que tanto la terapia farmacológica como la propia nutrición y en definitiva el estado nutricional y la salud, no sean tan óptimas como aplicando exclusivamente la teoría. Consideramos preciso tener en cuenta todos estos factores y aplicarlos a la terapéutica de nuestros mayores.
Bibliografía:
– Montoro JB, Salgado A. Interacciones fármacos-alimentos. Novartis. Rubes Editorial, S.L. 1°Ed. Barcelona, 1999.
– Morley JE, Glick Z, Rubenstein LZ. Geriatric Nutrition. A Comprehensive review. Raven Press. 2°Ed. New York, 1995.
– Cardona D. interacción fármacos-alimentos. Nutr Hosp. 1999; 14 (s2): 129s-140s.

Fraudes alimentarios en la tercera edad

En la actualidad son muchos los casos de estafas en el ámbito de la práctica médica. Personas que practican la medicina fraudulentamente utilizando todo tipo de engaños, es decir, promocionan tratamientos, servicios y productos de dudosa validez científica y ética con el fin de procurarse importantes beneficios económicos. La mayor parte de estos tratamientos y productos tienen un fin “curativo” o de mejoría de la forma y estado físico y psíquico, y muchos de ellos se refieren a temas de salud y alimentación.
Los “estafadores” modernos se dan a conocer por sus novedosos y revolucionarios métodos a través de clínicas, prensa, programas televisivos… Las propiedades más alabadas de sus tratamientos y productos son las de ser “alternativos”, “orgánicos”, “naturales”…
La utilización de estos tratamientos y la venta de sus productos supone billones de dólares al año, y desafornutadamente, lejos de ser inocuos, pueden llevar a serios problemas de salud.
El colectivo de ancianos es un grupo vulnerable, que por múltiples razones puede verse influido por personas que ejerzan la medicina de modo fraudulento, o por charlatanes y curanderos.

Las causas que hacen de este colectivo objetivo de muchos engaños son principalmente: la disminución del poder adquisitivo, debido a bajas pensiones, la frecuente falta de educación recibida, la soledad y el desplazamiento social, las enfermedades crónicas que suelen padecer…
La mala información y los fraudes suelen centrarse en la venta de “alimentos saludables” y suplementos alimenticios. Los promotores de estos productos les atribuyen desde propiedades anti-edad, de mejora de la salud o incluso curativas de ciertas enfermedades muy frecuentes en los ancianos. La mayoría de los suplementos alimenticios son de vitaminas y minerales, proteínicos y de aminoácidos, con ninguno o muy pequeño efecto positivo en el estado nutricional y salud de estas personas.

Por otro lado podemos encontrar gran cantidad de productos adelgazantes, y de multitud de medicamentos dispuestos a ser auto-prescritos, pero sobre todo existen infinidad de remedios para enfermedades como la artritis, diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia e incluso cáncer, al que se suman problemas de todo tipo: insomnio, dolor de espalda, caída de pelo, problemas de la dentadura, piel y un largo etcétera.
La solución de este problema es compleja, debido, sobre todo, a los múltiples intereses económicos que mueve a su alrededor. La utilización de estos productos, tratamientos y servicios supone además de un importante coste, posibles problemas de salud.
Es precisa un mayor control legal a la vez una importante educación para la salud y nutrición de la población en general y especialmente en ancianos, familiares y cuidadores, así como la facilitación de la información necesaria para saber reconocer estos fraudes.

Bibliografía:
– Wayne R. Bidlack. Nutrition Misinformation: Health Fraud and the elderly. En: Morley JE, Glick Zvi, Rubenstein LZ. Geriatric Nutrition. A comprehensive Review. 2°Ed. Raven Press, New York, 1995: 351.
– Jarvis WT. Quackery: the National Council Against Health Fraud perspective. Rheum Dis Clin North Am. 1999; 25 (4): 805-14.

Pérdida de peso

La pérdida de peso, aunque es concomitante al propio proceso de envejecer, es uno de los problemas de salud más directamente relacionados con el aumento de la morbilidad y mortalidad en las personas ancianas y más aún cuando la pérdida de masa corporal es significante y está asociada a algún tipo de enfermedad física o psíquica.
Las complicaciones que provienen de deficiencias en la alimentación enlentecen el proceso de recuperación física pero, a la vez un estado de malnutrición o una nutrición no equilibrada favorecen el riesgo de enfermar y provoca en el sistema nervioso trastornos de tipo cognitivo y conductual.
Tanto los hombres como las mujeres ancianas experimentan cambios en la distribución del peso corporal, pudiendo haber atrofia grasa con la consiguiente exageración de los huesos de las mejillas y las sienes. Como un buen estado nutricional no logra prevenir o invertir estos cambios anatómicos, los ancianos pueden parecer “caquécticos” a pesar de no presentar una pérdida de peso significativa. Por ello, el aspecto de una persona no justifica por sí solo la búsqueda exhaustiva de las causas de una supuesta pérdida de peso, pudiendo tratarse de una simple redistribución de su masa corporal.
Como regla general, una pérdida de peso superior al 2% en una semana o un 5% en el plazo de un mes puede indicar una malnutrición proteico-energética debida a un desequilibrio dietético o a una patología subyacente. En este caso debe realizarse una valoración lo más detallada posible, aunque los resultados deberán estudiarse siempre de forma global y no por datos aislados que pueden dar una información equivocada.

¿Por qué pierden peso los ancianos?

  • Por un aumento de las necesidades energéticas.
  • Por la presencia de un trastorno metabólico, con aumento del catabolismo.
  • Por carencia de aporte nutricional.
Las personas de edad avanzada presentan una disminución de las necesidades energéticas, pero no de las necesidades proteicas. De hecho, al avanzar la edad, realizan menos ejercicio físico, gastan menos energía y deben ingerir menos calorías para evitar la obesidad. Ello comporta una contradicción práctica ya que si bien es una población que suele comer menos, lo que en principio estaría de acuerdo con las menores necesidades energéticas, presentan, por otra parte, dificultad en ingerir proteínas por distintos motivos tanto fisiopatológicos (falta de dentadura) como económicos y sociales.
Bibliografía:
– Gazewood JD, Mehr DR. Diagnosis and management of weight loss in the elderly. J Fam Pract 1998; 47(1):19-25.
– Rivero M, Ponz JM. La nutrición en la edad avanzada. En: Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Nutrición y Dietética. Aspectos sanitarios. Tomo 1. Gráficas Gispert, S.A. 1993:409-445.
-Yaari S, Goldbourt U. Voluntary and involuntary weight loss: associations with long term mortality in 9,228 middle-aged and elderly men. Am J Epidemiol 1998; 148(6):546-55.

Alimentación del enfermo de Alzheimer

La enfermedad de Alzheimer afecta a tres millones de europeos. Esta patología se asocia con desórdenes cognitivos y conductuales, que se relacionan frecuentemente con problemas nutricionales como la pérdida de peso y trastornos alimentarios.
Las dificultades o actitudes frente a la comida de los pacientes con enfermedad de Alzheimer, condicionan un cuidado específico en la alimentación de estas personas.

Problemas frecuentes en el momento de comer:
  • Falta de atención.
  • Actitud compulsiva.
  • Retención de la comida en la boca.
  • Comer con las manos y/o jugar con la comida.
En primer lugar es aconsejable servir la comida en ambientes relajados que no distraigan al comensal. Los utensilios deben ser agradables e inofensivos; es conveniente que llamen la atención por su colorido y que puedan ser utilizados sin peligro por el propio paciente.
Ha de procurarse siempre mantener una buena higiene bucal, vigilando la hidratación y humedad de la mucosa bucal y la lengua, mantener al enfermo sentado siempre que sea posible y procurar que la inclinación de la cabeza sea la correcta para favorecer la mecánica de la deglución.
No deben mezclarse alimentos de diferentes texturas ya que no pueden discriminarlas. Los líquidos se darán siempre que el enfermo esté alerta para evitar atragantamientos y el broncoaspirado consiguiente. Si está confuso o en coma, se planteará su administración por sonda nasogástrica.
Siempre que se vaya a dar de comer, el cuidador ha de estar preparado y consciente del tiempo que dedicará. ¡Las prisas son malas compañeras! En ocasiones puede ser interesante preparar platos únicos que contengan el primer y segundo plato, como por ejemplo: estofado de carne con patatas y verduras.
El no proteger sus vestidos y los nuestros con delantales amplios, que cubran bien, nos dará disgustos y provocará nuestro mal humor. Nuestra imprevisión dará un trabajo añadido: cambiarlos/cambiarnos de ropa. A veces no podemos prevenir su reacción y que se llenen y nos llenen de lamparones. Es fácil que se les caiga comida encima, que tosa, escupan, que nos manchen o cojan la comida con las manos, se limpien con la blusa, que se pongan comida en el bolsillo o, simplemente, que nos den las gracias por lo bien que han comido con una amable caricia llena de salsa de tomate.
A nivel nutricional es importante que el paciente reciba mediante la alimentación todas las necesidades energéticas, proteicas, vitamínicas, minerales e hídricas específicas para él, en cada una de las fases de la enfermedad.
El conocimiento de cada una de las situaciones descritas, permitirá orientar al cuidador profesional y a la familia cuidadora en la forma de conseguir una buena nutrición, y les dará seguridad en el tratamiento del enfermo y en la toma de decisiones.

Bibliografía:
– Gillette-Guyonnet S, Nourhashémi F, Andrieu S et al. Weight loss in Alzheimer disease. Am J Clin Nutr 2000; 71(suppl):637S-42S.
– Poehlman E, Dvorak R. Energy expenditure, energy intake and weight loss in Alzheimer disease. Am J Clin Nutr 2000; 71(suppl):650S-5S.
– Tárraga L, Boada M. Una cocina para el enfermo de Alzheimer. Fundació ACE. Institut Català de Neurociències Aplicades.



Fuente: http://revistasana.org/malnutricion-en-la-edad-adulta-causas-y-recomendaciones-basicas/



martes, 26 de abril de 2016




Agencia Empresa Cuidado de Ancianos. Te damos las claves antes de contratar a una asistenta o auxiliar a domicilio para el cuidado de mayores.